La corrosión que ocurre por la interacción electroquímica entre el suelo y el acero es uno de los problemas más serios y a menudo subestimados en las plantas fotovoltaicas. Aunque su relevancia es bien conocida, esta problemática tiende a ser evitada en discusiones, generando preocupación sobre todo en la adquisición de activos ya existentes.
La búsqueda de ahorro en los costos estructurales durante el desarrollo de las plantas puede llevar a consecuencias a largo plazo. Muchas veces, las decisiones sobre materiales y estructuras que se toman en las primeras fases de los proyectos afectan negativamente a las futuras operaciones, sobre todo en fase de mantenimiento de la infraestructura o incluso a empresas que estén interesadas en adquirir las plantas en una etapa posterior.
Una de las cuestiones clave no es si la corrosión afectará a la planta, sino cuán rápido lo hará, comprometiendo el recubrimiento del acero en el subsuelo. La falta de una adecuada protección y tratamiento puede llevar a una rápida degradación, poniendo en riesgo la estabilidad estructural.
La corrosión en las estructuras de acero de las plantas fotovoltaicas
Dentro de la industria fotovoltaica, en constante crecimiento, la corrosión del acero enterrado es un desafío considerable, especialmente en estructuras metálicas que soportan los paneles solares. En entornos conocidos por su agresividad, como en terrenos con alta salinidad, áreas húmedas, la corrosión es monitoreada con detenimiento. Sin embargo, en terrenos aparentemente más benignos, esta vigilancia puede ser más relajada, lo que conlleva sorpresas desagradables a lo largo del tiempo. De hecho, múltiples factores influyen en la corrosión, lo que significa que incluso en suelos menos agresivos, el riesgo de corrosión sigue presente.
Cuando se piensa en corrosión, a menudo se asocia con la exposición atmosférica. Sin embargo, el acero enterrado, que a menudo no recibe la misma atención, puede sufrir un proceso de corrosión aún más acelerado si no se le proporciona la protección adecuada. Este deterioro puede acumularse con el tiempo, llegando incluso a fallas estructurales antes de lo esperado.
Es posible ver una planta fotovoltaica que, en apariencia, se vea en perfectas condiciones desde la superficie, sin percatarse de que bajo tierra la corrosión ya ha comenzado a afectar las estructuras. Este problema podría pasar inadvertido hasta que se realicen excavaciones o hasta que se observe una falla significativa en los postes o estructuras subterráneas. La realidad es que, en muchos casos, los efectos de la corrosión se presentan mucho antes de lo esperado, incluso en plantas con apenas unos pocos años de funcionamiento.
Prevención y mitigación de la corrosión en plantas fotovoltaicas
A pesar de lo preocupante que puede ser el escenario, existen métodos efectivos para prevenir y mitigar los efectos de la corrosión. Estas medidas deben implementarse desde las primeras etapas del proyecto, durante el diseño de la planta, mediante una correcta evaluación del modelo geotécnico del terreno. Para ello, es fundamental realizar un mapa geológico detallado que permita identificar las zonas con diferentes comportamientos frente a la corrosión, complementada con la toma de muestras de suelo y aguas subterráneas.
Asimismo, los ensayos físicos y químicos realizados en laboratorios especializados permiten evaluar el potencial corrosivo del suelo y las aguas subterráneas. Aunque estas pruebas no ofrecen una medición exacta de la velocidad de corrosión del acero, proporcionan una valiosa información durante la fase de diseño para tomar mejores decisiones.
Cuando la planta ya está en funcionamiento, existen métodos de inspección para evaluar el estado actual de las estructuras y determinar si la corrosión está presente. Si hay sospechas de que el acero está siendo afectado, se pueden utilizar técnicas para monitorear la situación y asegurar que la planta cumplirá su ciclo de vida estimado.
En los últimos años, la tecnología ha avanzado significativamente, y se están utilizando métodos innovadores para monitorear y evaluar la corrosión en plantas fotovoltaicas. El uso de técnicas electroquímicas, junto con pruebas físicas y químicas del suelo y agua, permite obtener una visión del estado de corrosión de la planta.
A partir de estos análisis, es posible crear un esquema detallado que muestra las ratios anuales de corrosión, lo que facilita el desarrollo de planes de. Estos planes ayudan a garantizar que la planta alcance su vida útil proyectada, permitiendo también, en caso de que se detecten problemas, el diseño de soluciones para mitigar los efectos de la corrosión.
Conclusión
La corrosión del acero debido a las condiciones del suelo es un problema que afecta directamente la durabilidad y eficiencia de las plantas fotovoltaicas. Aunque puede parecer que este fenómeno se presenta solo en suelos altamente agresivos, la realidad es que incluso en terrenos considerados seguros se han registrado problemas serios de corrosión en plantas con pocos años de operación.